miércoles, 30 de noviembre de 2011

¿Por qué cada vez hay más niños desatentos e hiperactivos?



                                                             
                                                         

   Desde este blog hoy os hago llegar un artículo que a continuación transcribo por completo y literalmente, pues me parece una gran reflexión sobre cómo se están llevando a cabo no sólo el diagnóstico, sino a partir de éste, la posterior intervención con niños diagnosticados de TDAH y con sus familias. Deseo resaltar con esta entrada la importancia de UN PSICODIAGNÓSTICO que contemple UN ESTUDIO DE LA TOTALIDAD DE LA PERSONA (del niño: incluyendo aspectos no sólo conductuales, sino la parte emocional del menor, la parte social-escolar, la dinámica familiar, el lugar del niño en la familia, un estudio médico-neurológico-pediátrico, y cualquier aspecto relevante de la historia del niño/de la familia que pueda estar influyendo en el menor a nivel emocional-escolar-social) en el caso concreto de un MENOR CON SOSPECHAS DE  TDAH (Trastorno por Déficit de Atención sin o con Hiperactividad) ANTES DE “ETIQUETARLE” COMO TAL. *

   *En otro tipo de problemática psicológica-emocional-escolar en un menor (que no sean el TDAH), no siempre es necesario un estudio médico-neurológico, para descartar o detectar la presencia de “patologías” médicas-neurológicas. Sin embargo, el resto de facetas del menor y de su familia serán igualmente necesarias estudiarlas, en una fase inicial de un Proceso de Psicodiagnóstico Integral del  Menor, siempre que se quiera realizar un análisis, y una posible intervención posterior, en la que se contemplen todos los aspectos que influyen en un niño/a, adolescente y no una simple intervención conductual de modificación de conductas.


   Una modificación de conductas y un entrenamiento para la modificación del comportamiento de éstas, sin comprender ni ayudar a entender mecanismos relacionales de la familia, aspectos sobre el apego y vínculos, el mundo emocional del niño, (…) entre otros factores relevantes en el estudio e intervención con ese niño/a y con su familia conjuntamente, puede llevar a “poner parches y tapar la herida”, en lugar de “ayudar a conocer qué mecanismos qué le falta al niño, qué necesidades no está cubriendo, que está favoreciendo la aparición de ese malestar, que lo está manteniendo y cómo desarrollar aspectos-recursos que favorezcan  su sanación en esta herida, a la vez que previniendo la aparición de futuras heridas”. Y esto es así tanto para en el caso del TDAH como en el caso de otras conflictivas infantiles.

   Es decir, si trabajamos para ir más allá de la punta del iceberg que vemos con la sintomatología del TDAH, conoceremos y comprenderemos qué problemáticas hay (en los diferentes niveles del niño: escolar, emocional …, y en la parte propiamente familiar) que están llevando a que aparezcan estos síntomas, como llamada de “auxilio” que el niño nos manda (o en caso de depresión, ansiedad, fobias … la propia asociada a estas problemáticas), y qué mecanismos llevan a que se mantengan dichas problemáticas, (…).
Así pues, no comenzaremos inmediatamente por realizar  un “entrenamiento” conductual de qué hacer ante las 100 veces que se levanta el niño de la silla, por ejemplo, Sino que previamente necesitaremos comprender (mediante un psicodiagnóstico no meramente conductual/observacional) qué aspectos emocionales, familiares, relacionales-vinculares, escolares, psicológicos … están facilitando que el niño necesite levantarse esas 100 veces, para una posterior intervención dirigida también al trabajo de esos factores identificados como intervinientes en la problemática del TDAH.  Ya que si es necesario se realizará una intervención interdisciplinar (coordinándonos los  diferentes profesionales *: pediatra-neurólogo, profesores, director del centro educativo del menor, psicólogos, pedagogos, y familia, en la intervención con el niño, con su familia, y en caso necesario con el equipo pedagógico del menor): si realmente se verificase el diagnóstico de TDAH (y aunque me reitere, quiero señalar nuevamente que para poder descartarlo o confirmarlo no es suficiente con una observación conductual del menor, sino que se requiere una “exploración” completa e integral en un Psicodiagnóstico como el explicitado más arriba (que contemple todos los posibles factores intervinientes en la aparente sintomatología de TDAH que presente el menor y son visibles a nivel conductual en los ámbitos personales, familiares y escolares).
    (*La relevancia de dicha coordinación interdisciplinar con los diferentes profesionales mencionados, previamente para la confirmación/descarte del diagnóstico TDAH y la posterior intervención en caso de confirmada su presencia, pude corroborarla en mi puesto como Psicóloga en el Centro de Menores "La Casita de Reposo", y posteriormente en los casos que he llevado en la consulta privada con menores y sus familias. Es este trabajo en equipo que se puede obtener el mayor beneficio para el menor, su familia y el centro escolar del chico/a).

Les dejo, a continuación,  con el artículo en cuestión que les referenciaba:



    En la actualidad, la desatención y la hiperactividad son los motivos de consulta más frecuentes en la infancia. Asistimos a un predominio de una modalidad de diagnosticar que sólo se guía por las conductas observables sin tener en cuenta la historia, el contexto social y escolar. Comunmente se engloba a estos niños bajo la denominación de Trastorno por Déficit Atencional (TDA-H, o ADD (H), la sigla en inglés), un trastorno de supuesto origen neurobiológico que sin embargo no tiene ninguna prueba de laboratorio que lo ratifique. Sin duda, se hace necesario preguntarnos por qué cada vez hay más niños que presentan esta problemática, sin necesidad de encuadrarlos en una supuesta enfermedad neurológica. Para responder a este interrogante realicé una investigación doctoral que fue becada por la Secretaría de Ciencia y Técnica de la Universidad de Buenos Aires.

Conclusiones principales de dicha investigación:

   Por una parte, vivimos en una época atravesada por la inmediatez, sin tiempo para los procesos, con estímulos hiperveloces e hiperfragmentados, en la cual la lógica del videoclip se impone y el aplazamiento de la satisfacción inmediata se torna imposible tanto para los niños como para los adultos. “Llame ya”, “adelgace ya”, “obténgalo antes de desearlo” son eslóganes que muestran una modalidad epocal. Mientras tanto, le pedimos a los niños que se mantengan concentrados y atentos en cada vez más largas jornadas escolares, que por otra parte transmiten conocimientos cada vez más alejados de sus propios intereses. Otra de las conclusiones fue que, en realidad, todos los niños están atentos a algo pero pueden no tener la disponibilidad para atender a lo académico por diversos motivos:

- Porque sus necesidades básicas no están siendo satisfechas (un nene con hambre o sin suficientes horas de descanso difícilmente pueda atender).

- Porque se encuentran atravesando una situación dolorosa (la separación de sus padres, una pérdida significativa, exilios, entre otras).

- Porque están ocupados en entender alguna situación que los adultos están tratando de ocultarle (la enfermedad o muerte de algún ser querido, una historia en su origen sobre la que no es posible interrogar, etcétera).

- Porque viven en situaciones de violencia y/o abusos que no les permiten ocuparse de atender a lo escolar, pero que tampoco están en condiciones de denunciar.

- Porque están deprimidos, angustiados o tienen problemas psicológicos más graves aún, como puede ser una psicosis infantil.

- Porque están o estuvieron atravesando contextos de catástrofe (sociales o naturales) que tienen a toda su familia sumida en una situación de angustia.

- Porque tienen algún padecimiento de origen biológico que no ha sido diagnosticado, como puede ser algún tipo de restricción sensorial (hipoacusia, miopía, etcétera), epilepsias leves, síndrome de X frágil, entre otros.
- Porque el colegio al cual concurre no es el apropiado para ese chico o está siendo hostigado por algunos compañeros.

   Estas pueden ser algunas de las múltiples razones por las cuales un niño puede no atender a lo escolar. Como se ve entonces, ésta es una problemática compleja, en la cual “la dificultad atencional o la hiperactividad” es sólo la punta del iceberg. Será necesario un diagnóstico que tome en cuenta esa complejidad para poder entender por qué cada niño en particular no puede estar atento a lo que los adultos esperamos que esté atento y que permita preguntarse qué otras cuestiones quizás está tratando de elaborar ese niño que tiene capturada su disponibilidad atencional.

Hoy predominan modalidades terapéuticas que no dan tiempo al despliegue de la problemática. Velozmente se rotula a los niños con el diagnóstico: “Es TDA” y se determina que lo será toda la vida, aconsejando a los padres para que manejen mejor las conductas disruptivas de sus hijos sin indagar el porqué de sus padecimientos. Sin duda, un niño que no puede atender o no puede parar de moverse es un chico que está mal y quizás esa es la única forma que encuentra de dar a ver su sufrimiento. SI RÁPIDAMENTE SE LO ETIQUETA, SE INTENTA REENTRENAR SUS CONDUCTAS Y EN MUCHOS DE LOS CASOS SE LOS INTENTA AQUIETAR CON MEDICACIÓN LO MÁS PROBABLE ES QUE LA SITUACIÓN, A LA LARGA, EMPEORE.
Por ejemplo, muchos niños que viven situaciones de abuso llegan a la consulta por dificultades atencionales o hiperactividad. Si no se les otorga un espacio y un tiempo para la escucha, los niños por lo general no pueden revelar estas situaciones ya que necesitan mucho tiempo para construir la confianza en el adulto (sobre todo si está siendo abusado por otro adulto muy cercano). Aquí es donde aparece el riesgo de patologización de la infancia, o sea transformar al niño en enfermo cuando en realidad están ocurriendo otras cuestiones, ya sea en el contexto familiar, social o escolar. El peligro de realizar diagnósticos sólo por lo observable es que se pierdan oportunidades privilegiadas de intervenir para desarmar esta situación y contener al niño.
Para concluir, las “dificultades atencionales” son una problemática compleja que necesita de un abordaje interdisciplinario: docentes, directores, psicólogos, psicopedagogos y neuropediatras, básicamente dispuestos a la escucha. Tendrán que construir en el uno a uno los abordajes necesarios para entender qué le ocurre  a cada pequeño  que no puede atender a lo escolar.

Gisela Untoiglich
Doctora en Psicología. Universidad de Buenos Aires.




No hay comentarios :

Publicar un comentario

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...