Antes de comenzar a redactar esta entrada recordaba una serie de cuestiones que me han hecho desde la página de Facebook de Centro de Psicología Gestalt, en alguna sesión de Terapia Individual/Grupal, en alguna Charla en Centros de Educación, o en otro tipo de charlas, y en cursos de formación, como las siguientes preguntas: ¿qué hago si?, o “entonces qué hago”, o ¿conoces alguna técnica gestáltica que sirva para…?. Todas elas me hacen pensar en dos aspectos:
-La necesidad (humana) de las personas, en la sociedad occidental actual (de prisas constantes, de “productividad y resultados inmediatos”, de “eficacia aparente si hay cierto tipo de resultados…), de obtener respuestas y soluciones rápidas (como en el consumismo), lo antes posible, y con el menor dolor/”implicación personal” posible (esto último en ocasiones).
-La importancia frente a lo anterior, de darnos tiempo, y darle tiempo al otro, en la relación con él/ella, en el aprendizaje (…) para descubrir qué hay detrás de “lo aparente”, de lo “visible a simple vista”, o de la “aparente necesidad”, para descubrir qué hay detrás de esto, y siguiendo el proceso descubrir (en muchas ocasiones con un darse cuenta propio) de qué nos puede servir en esa situación concreta (después de comprender qué hacemos, cómo lo hacemos y para qué lo hacemos).
Aquí es cuando me doy cuenta de la importancia y del valor en Terapia Gestalt, de descubrir con el cliente-paciente cuál es su necesidad “real”, y no su manera habitual de satisfacer dicha necesidad (en ocasiones no consciente para la persona). Para lo que el terapeuta debe acompañar al cliente en el descubrimiento de su necesidad primaria, verdadera, a partir de su necesidad aparente y de su demanda (a partir de la exploración de su función personalidad para descubrir con él/ella su ello, su necesidad implícita).
Veámoslo con un ejemplo sencillo:
Las personas que fuman dicen necesitar (necesidad percibida por ellos) fumar antes de “pasar una prueba/un examen/una evaluación” (en el/en la que se va a poner a prueba su capacidad, sus conocimientos, en definitiva en la que será evaluado/a). Sin embargo, si nos tomamos el tiempo de entrar en contacto con nuestras sensaciones corporales, emociones …la persona puede llegar a descubrir que su necesidad real no es fumar, sino disminuir la ansiedad, y fumar sería la forma habitual que tiene esta persona de satisfacerla.
Muchas veces la necesidad, o el ello, están implícitos, no somos conscientes mediante la palabra de cuál es la necesidad, o el deseo “real”… Si le damos a la persona, al cliente-paciente, la oportunidad de establecer contacto con estas sensaciones, si apoyamos su deseo y el proceso de darse cuenta (incluso si no sabe/no sabemos de qué se trata, sin dar por hecho necesidades, deseos, …), aunque no sea/seamos consciente de “qué le sucede”, puede/podemos llegar a descubrir qué es lo que realmente busca/buscaba/necesita (cómo lo hace/hacía y para qué) sin necesidad de precipitarse/precipitarnos en buscar/darle una solución rápida (a modo receta válida para “todos” y no para él en concreto).
Y ese darse cuenta inicial favorece otros darse cuenta posteriores, como por ejemplo “si tiene o no opciones alternativas para dicha situación actualmente” o llevarle a la exploración de qué otras posibilidades puede “buscar/encontrar/servirle” para el afrontamiento de dichas situaciones ( y facilitar el proceso de adquisición de nuevos recursos internos/ o de apoyo externos para dicha situación concreta; lo que a su vez le facilitará continuar en su proceso de desarrollo y crecimiento personal con otras cuestiones/dificultades personales de su vida diaria).
Ahora mismo, recuerdo el artículo “El idioma de los niños” en el que Cristina de la Cuadra , hablaba de este mismo aspecto, de apoyar la expresión de emociones, … de acompañar en la necesidad expresada del niño (sea una llamada de atención, de juego, o de movimiento…) de forma consciente, entregada, sin prisas, abierta a lo que hay (no a lo que creemos que hay por lo que aparentemente muestra el niño …), dándole soporte y apoyo a lo que “trae consigo”, y a partir de ahí cómo podremos descubrir a partir de esa experiencia de contacto genuina, espontánea, qué le sucede al niño y podrá emerger en muchas ocasiones “la solución” de una forma natural a través de la comprensión (y en el caso de la relación entre padres e hijos, del cambio de actitud no del niño, sino de los padres).
Como podéis observar, la importancia de este apoyar, sostener y dar contención durante el proceso de “investigación” y descubrimiento de la necesidad “real” ( del ello de la persona en dicha situación) es de suma importancia en la Terapia Gestalt , y es por ello que forma parte del proceso de contacto en la relación con el otro (CICLO DE CONTACTO o de satisfacción de necesidades).
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