En ocasiones he leído algún artículo, o participado en conversaciones, en las que los protagonistas hablaban/hablabamos sobre sus/nuestras experiencias vitales, de ese momento, y he escuchado sobre testimonios de personas que dicen “en estos momentos me siento agobiada por tantos compromisos” (incluso en alguna ocasión he sido yo la que se ha planteado cómo entraba a formar parte esta palabra en las relaciones personales).
La palabra compromiso conlleva una promesa, hacia el otro, de que uno va a darle algo que desde ese momento, que se hace, puede esperarse de nosotros y que, a la vez, nos sentimos ¿deseosos, angustiados, ilusionados, con ganas, obligados … ? a responderle a ese “contrato” que establecimos con el otro.
Estas son las diferentes acepciones que se dan en el Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española:
4. Delegación que para proveer ciertos cargos eclesiásticos o civiles hacen los electores en uno o más de ellos a fin de que designen el que haya de ser nombrado.
8. “…de compromiso”: Dicho de una solución, de una respuesta, etc.: Que se dan por obligación o necesidad, para complacer.
Sin embargo, fuertes emociones están asociadas a esta palabra, asociadas al significado personal y concreto, que cada uno de nosotros le damos, cuando la escuchamos, y que sentimos en nuestra vida personal, social, profesional, de pareja, familiar …
Me surgen estas cuestiones al respecto:
*¿Dónde está el sentido de la libertad en esta palabra, de ser una elección propia, frente al de obligación?.
*¿Qué nos hace comprometernos con un amigo, con una pareja, con un hijo, con unos padres, con un jefe …?. ¿Es lo mismo en cada uno de estos casos?, …
*¿Cómo hace la persona para comprometerse cuando lo que quiere es decir NO?
*¿Verá esta persona la posibilidad de cambiar de opinión (y transmitírselo a la persona con la que se quisiera anular este compromiso) como una opción?. Y , si para ella no es una alternativa, ¿qué le impide que así sea?, ¿qué teme afrontar que le resulta más "fácil"/"automático"..., seguir con un compromiso que le agobia, a confrontar con el otro su NO?, ¿qué teme o de qué está huyendo, qué evita así afrontar ?,...
Pienso en personas con tendencia a comprometerse, a darse a los otros, como hábito, casi por costumbre, y a las que les cuesta decir NO (por muy diferentes motivos cada una de ellas), entregándose a un compromiso, en ocasiones casi a costa de su bienestar físico y emocional. Es un gran trabajo de autoconocimiento, de desarrollo personal, de autoestima, el que estas personas pueden necesitar recorrer, para llegar a sentir que comienzan a hacer sus elecciones (arriesgándose a decir NO al otro, a las consecuencias emocionales tan temidas para ellos a su riesgo a mostrarse, a qué va a pasar si le dice NO a seres que aprecia …) y poder afrontarlas desde una mayor seguridad en su autocuidado, autorrespeto, y valoración de si mismas.
Para ellas está dirigido este poema:
ME DOY PERMISO PARA
no comprometerme
RÍGIDAMENTE con nadie.
A pesar
de toda la “literatura” psicológica
sobre las increíbles bondades
del compromiso sincero,
el compromiso ESTRICTO
no es más que DEPENDENCIA,
rigidez y asfixia:
y depender es una forma
de SUFRIR y desgastarse.
ME RESERVO ESPACIOS
Y VIVENCIAS PARA MÍ SOLO
o para COMPARTIR
CON QUIÉN YO DECIDA
sin sentirme obligado
por contratos matrimoniales
ni emocionales de ningún tipo:
¡ las emociones no pueden
convertirse en contratos !.
La vida es abundancia,
no son necesarios los
compromisos rígidos
y la dependencia.
Soy,
por encima de cualquier cosa,
un ser libre
Joaquín Argente
(en "Me doy permiso para ...")
Joaquín Argente
(en "Me doy permiso para ...")
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