domingo, 27 de febrero de 2011

Los mecanismos de defensa. Última parte del Artículo "Miedos al cambio".





Situaciones inconclusas, repetidas y viejas conocidas.
                                                                       

Finalmente vamos a dirigirnos a conocer esos MECANISMOS DE DEFENSA de los que tanto hemos hablado, que en sí no son ni adaptativos ni desadaptativos, sino que este carácter (uno u otro) dependerán de que se manifiesten de forma puntual en el sujeto o que sea una forma de afrontamiento automatizada de la personalidad de la persona, ante situaciones "conflictivas" en su historia. Es decir, sirven si son adaptativas de forma espontánea en situaciones que lo puedan requerir, y son desadaptativos cuando se convierten en formas de funcionar rigidificadas que no permiten un ajuste creativo antes viejas situaciones o nuevas situaciones que requieren una resolución por parte del sujeto en interacción con su campo (en el campo organismo-entorno de la persona). Siendo en ambos casos amortiguadores psicológicos del malestar del ser humano, aunque en unos casos usados de una forma más consciente (y adaptativa) y en otros de forma automática, no consciente (en gestalt diríamos que no está en la consciencia)  y rigidificada (o desadaptativa).

Veamos pues, el final del Artículo publicado en la Revista Cuerpo Mente, Nº 72, por Aurora Morera Vega, hablando de dichos mecanismos de defensa. Artículo en los que no nombra otros mecanismos de defensa menos conocidos, como el egotismo, entre otros, y sin embargo también muy importante en la Vertiente Francesa del Instituto Francés de Terapia Gestalt en el que está formada Mar García Bernabeu, psicóloga y psicoterapeuta de Centro de Psicología Gestalt):

“Amortiguadores” psicológicos
El principal obstáculo para el autoconocimiento se encuentra en la presencia de los mecanismos de defensa, que nos ciegan a las fuerzas que funcionan en nuestra personalidad. Recurrimos a diferentes sistemas y combinaciones, que comparten dos características: deforman la realidad para hacerla menos amenazadora y son inconscientes. Algunos de los que solemos usar son los siguientes:


Represión
Mediante la represión intentamos rechazar o mantener en el inconsciente pensamientos, imágenes o recuerdos vinculados a deseos o experiencias que son inaceptables para la conciencia. El conflicto reprimido tiende a aflorar a la conciencia mediante los sueños, los lapsus, los chistes, el olvido.

Negación
A veces vemos o formulamos nuestros deseos, ideas o sentimientos hasta entonces reprimidos y negamos que nos pertenezcan: ¡no puede ser! ¡eso no soy yo! ¡eso no me puede estar pasando a mí!

Introyección
Mediante la introyección incorporamos patrones, actitudes o modos de actuar de nuestros padres, cultura o medio. Nos “tragamos” estos patrones sin que haya conciencia ni asimilación. Es un proceso complejo, no una simple imitación.

Proyección
Es la tendencia a hacer responsable a otros o al ambiente lo que se origina en sí mismo. El sujeto localiza en el otro pensamientos o deseos que no reconoce o que rechaza de sí mismo. La paranoia es un caso extremo de proyección, donde existen también una gran cantidad de introyecciones.

Retroflexión
Perls habla también de este mecanismo que literalmente significa “volverse atrás intensamente en con-tra”. El retroflector se hace a sí mismo lo que le gustaría hacer a otros pero no se atreve. Deja de dirigir sus energías hacia fuera en un intento de manipular y llevar a cabo cambios en el ambiente que le satis-farán sus necesidades; mas bien, reorienta su actividad hacia adentro y se sustituye a sí mismo por el ambiente. Con frecuencia llega a constituirse el peor enemigo de sí mismo.

Racionalización
La fábula de Esopo acerca de la zorra que no podía alcanzar las uvas de una parra, por lo que concluyó que era probable que estuvieran verdes, es un ejemplo clásico de racionalización. El sujeto trata de dar una explicación coherente, lógica, moralmente aceptable a un sentimiento que no puede de aceptar. Ejemplos de racionalización son las frases tales como “Nadie puede luchar contra su destino” “no se puede estar en todo”...

Regresión
Volvemos a etapas anteriores del desarrollo, aparentemente más seguras y menos complejas, en un esfuerzo por retornar a un estado en el que había menos ansiedad. Dormir es el mejor ejemplo de regresión a una conducta infantil, el más antiguo de los recursos para evitar la ansiedad del cambio. El soñar despierto es también una de las regresiones más comunes, utilizada por la mayoría de las personas.

Confluencia
Perls habla de este mecanismo que ocurre cuando no hay límites entre la persona y su ambiente, como sucede con el niño recién nacido. La persona en la cual la confluencia es un estado patológico no nos puede decir qué es ella y lo que son los demás. No hay límites, por lo que tampoco hay contacto ni retirada. En verdad, no puede contactar ni consigo mismo. En la confluencia, se exige similitud y se niegan las diferencias y la tolerancia.




Continuación de "Cómo romper los modelos y repeticiones".



                                                     Foto de Riot Übet Alles.Serie Gestalt
                                                                    

Continuamos con los pasos 2 y 3 para ROMPER CON NUESTROS MODELOS Y REPETICIONES:

(Publicado en Cuerpo Mente, nº 72, Año 1.998, por Aurora Morera Vega; Artículo “Miedo a los cambios”).
(Nuevamente el subrayado, el color y las explicaciones aclaratorias son nuestras).

2 Observar nuestras emociones
Las emociones nacen de una actitud doble: deseo y rechazo. Rechazo lo que es, deseo que sea de otra manera. Sustituimos la verdad por el conflicto, creando una dualidad interna. Desde el momento en que nace, coloreamos nuestra percepción con juicios, prejuicios, creencias, esperanzas y condicionamientos. A partir de las experiencias conocidas, nombramos e interpretamos la realidad. Las cosas son bellas u horrorosas, buenas o malas, según los gustos inculcados desde la infancia.
Es evidente que la convivencia con el entorno no siempre permite la expresión de lo que sentimos. Puede ser inadecuado y hasta contraproducente. No obstante, necesitamos encontrar una manera de ponernos en contacto con nuestras emociones y permitirnos escucharlas. Nada mejor que ellas, con su forma de hacer repetitiva, su compulsión incomprensible, para traer nuestras dificultades de adaptación a nuestra conciencia. Como muy bien dice Dense desjardins: Resulta espectacular constatar, si observamos con suficiente distancia, que la vida nos envía el mismo tipo de situaciones (a menudo cada vez más acentuadas, y por lo tanto más difíciles de aceptar) a fin de hacer evidentes nuestras necesidades y nuestros rechazos más fuertes. Existe una relación, una influencia recíproca y constante entre el mundo exterior y nuestro universo interior. Paralelamente en nosotros se produce una comunicación incesante entre lo inconsciente y la consciencia, entre el pasado y el presente.
Nuestras emociones están impregnadas de nuestra historia; sin embargo, no son ni buenas ni malas. Buscan manifestarse, están ahí. Si las inhibimos pueden volverse contra uno mismo o convertirse en odio tenaz, tal vez destructivo para quien lo recibe, pero en todo caso fatal para quien lo experimenta.
Es el malestar mismo en el cual nos sumergimos y miramos, el que nos permite abrir los ojos delante de nuestras reacciones, nuestros condicionamientos, nuestra dependencia del pasado. Y es quien podrá suscitar un deseo suficientemente vivo de salir de esta dependencia y encontrar una salida.


3 Trabajar con las emociones
En el trabajo con las emociones hemos de poner en duda nuestras propias creencias, preguntándonos acerca de nuestras certezas. Muchas de nuestras convicciones más firmes están sustentadas en nuestros mecanismos de defensa y muy poco en contacto con la realidad. Están sólidamente enraizadas, anquilosadas y no nos permiten movernos.
Si observamos la vida, nos daremos cuenta de que la realidad es algo continuamente cambiante. Incluso nuestro propio estado de conciencia, nuestros pensamientos y emociones, son inestables. Cuando no podemos aceptar el cambio y nos cuesta verlo en nosotros mismos lo proyectamos en los otros. Entonces les exigimos que mantengan siempre el mismo estado de ánimo, que nos profesen en todo momento el mismo amor. A menudo buscamos una felicidad eterna y un ego permanente, así que rechazamos este ir y venir de ideas, pensamientos y emociones, que nos impiden conservar la certeza de la fijeza del yo.
Aceptar esto intelectualmente puede ser fácil. Vivirlo sabemos que no lo es. Sin embargo, si nuestro proceso de conciencia no entra en el núcleo de nuestra experiencia, se queda en racionalizaciones y palabras vacías.
La emoción surge a veces sin aviso, casi imprevisiblemente. Se enciende, lo envuelve todo, nos hace sentir excitación, miedo, confusión. ¿Dejarse llevar? Tal vez nos sintamos con derecho y la dejemos actuar, tal como viene, para sentirnos después culpables, humillados o estafados. O tal vez la reprimamos, la dominemos, para no ser rechazados. En realidad así no dominamos nada; lo único que ha ocurrido es que ha podido más nuestro temor al juicio del otro. Tanto si la proyectamos mediante la exigencia como si la reprimimos, no hemos entrado en contacto directo con la emoción. No la hemos conocido, y vuelve una y otra vez para darse a conocer (POR ESO SE REPITE: SIGUE NECESITANDO QUE NOS DEMOS CUENTA DE ALGO DE LO QUE AÚN NO SOMOS CONSCIENTES Y QUE TRABAJEMOS SOBRE ELLO, hasta poder resolverlo y vivenciarlo de una nueva forma, adaptativa; momento en el cual podremos dejar de repetir esos modelos y actuaciones rigidificadas, no adaptativas).
El trabajo con las emociones no es exactamente expresión ni tampoco represión, sino atención. Cuando surge, es importante reconocer su presencia y el estado en el que nos somete. Aunque no pueda ser expresada, no la reprimimos. Paramos por un momento la atención y observamos. Sabemos que ocupa durante un tiempo nuestro campo de conciencia y la ponemos en espera provisionalmente. Cuando la emoción es fuerte, más tarde o en otras circunstancias, podemos buscar un espacio para expresarla y liberarla: dándoles el derecho a nacer las estamos sometiendo, también, a la ley del cambio y a la muerte.
Si observamos atentamente lo que ocurre, un poco desde la distancia, descubriremos qué personas o situaciones nos provocan las reacciones más fuertes. Podemos entonces a veces comprender el mecanismo de nuestras emociones y encontrar su origen, a veces lejano. Probablemente, obtendremos un esquema relativamente simple que se ajustará al mismo tipo de repercusiones emocionales. Entonces, comenzaremos a tomar conciencia de los hilos invisibles que nos han estado manejando y éstos empezarán a moverse y a estar más a nuestro alcance. Las fronteras entre lo que somos y lo que nos esclaviza comenzará a dibujarse. Sólo un verdadero acercamiento a lo que verdaderamente somos puede hacernos responsables de lo que nos pasa. Esto nos dará la posibilidad, desde una conciencia más amplia, de encontrar nuevas salidas.

4ª Parte de "Miedo a los cambios". Romper los modelos y repeticiones: pasos.

Todo lo visto hasta ahora nos lleva al siguiente punto: ¿Cómo romper los modelos establecidos y aprendidos hasta el momento presente, para dejar de actuar con repeticiones automáticas y adquirir una capacidad de actuar adaptativa a las nuevas situaciones y/o a antiguas situaciones de forma “espontánea” y no rigidificadas?. ¿Cómo aprender a hacer “ajustes creativos”?.

Es en la relación terapéutica que aprenderemos, potenciando nuestra capacidad de darnos cuenta en el aquí y ahora, los siguientes aspectos tan valiosos para el comienzo de los cambios pretendidos en nuestra vida es decir, para ROMPER CON LOS MODELOS Y REPETICIONES DE NUESTRA FORMA DE SENTIR, PENSAR, VIVIR, ACTUAR Y RELACIONARNOS:

* 1er Paso. Reconocer el miedo a cambiar (comenzando así nuestra primera toma de consciencia o de darse cuenta).
* 2do Paso.  Observar nuestras emociones.
* 3er Paso. Trabajar con las emociones (fundamental en psicoterapia gestalt).

A continuación, en las siguientes entradas vamos a profundizar en los anteriores pasos necesarios para facilitar el comienzo y tránsito hacia los cambios que iremos logrando con la terapia (continuando con el Artículo de “Miedo a los cambios” de la Revista Cuerpo Mente). Comenzamos con el paso 1: Reconocer el miedo a cambiar.


Romper los modelos y repeticiones.
(Publicado en Cuerpo Mente, nº 72, Año 1.998, por Aurora Morera Vega).
(El subrayado, las matizaciones en color y las aclaraciones son nuestras)
1 Reconocer el miedo a cambiar.
¿Atrevernos a romper los modelos y enfrentar lo desconocido? La primera toma de conciencia consiste en reconocer el miedo que esto nos produce. Si nos hemos pasado la existencia protegiéndonos de los cambios que nos parecen desagradables, ¿cómo no vamos a temer nuestra propia transformación?.
El ser humano le tiene miedo al nacimiento y le tiene miedo a la muerte. El naci-miento nos trae recuerdos del paso de un lugar donde todo nos venía dado –un lugar paradisíaco donde ansiamos volver- a la lucha por abrirnos hueco en un estrecho canal que al mismo tiempo nos oprime, nos rechaza y nos empuja. Durante la infancia, y sobre todo en los momentos de cambios decisivos, tal vez no encontramos el ambiente de confianza que nos ayudara a atravesarlos, y la ansiedad y el terror se instauraron ante cada cosa nueva, cada situación desconocida, cada reto. Si no pudimos soportar el sufrimiento, en un esfuerzo por aliviarlo, nos protegimos en una armadura, nuestros mecanismos de defensa, renunciando a la sensibilidad. Tratamos de olvidar y lo conseguimos, pero el miedo y el recuerdo permanecen bajo la losa junto con el deseo de liberarnos. Es inútil obviarlo. Está ahí.
La muerte nos enfrenta con lo más desconocido e inevitable de la vida y en los momentos cruciales de la existencia, la ignorancia del devenir nos puede producir verdadera angustia o pánico. ¿Y qué es el cambio, sino algo que ha de morir y tiene miedo de morir y algo que ha de nacer y tiene miedo de nacer? Sin embargo, toda transformación comienza con una muerte y cada paso nuevo o cada vida nueva comienza con ansiedad, miedo o torpeza.

sábado, 26 de febrero de 2011

Cómo se construye nuestro Yo y nuestra forma de relacionarnos con el mundo. Tercera Parte del Artículo "Miedo a los cambios".

En esta entrada gracias al Artículo “Miedo al cambio” (de Aurora Morera Vega, publicado en Cuerpo Mente, Nº 72, 1.998), que hemos dividido en una Tercera Parte: que nosotros titulamos “Cómo se construye nuestro Yo y nuestra forma de relacionarnos con el mundo”, hablaremos de cómo a partir del temperamento con el que venimos a este mundo (hay niños que nacen y lloran con fuerza, otros que se muestran más relajados, unos que maman buscando alimento desde el principio, otros que …), vamos formando nuestro carácter con sus primeros mecanismos de defensa. Mecanismos de defensa que a partir del momento de su surgimiento y posteriormente nos acompañarán repetitivamente a lo largo de nuestra historia, incluso de adultos, como forma de afrontamiento ante nuestros conflictos existenciales y vivenciales, que nos servirán como una forma de protección o amortiguamiento mientras sean necesarios para afrontar situaciones que nos crean malestar psicológico, afectivo o emocional .

El subrayado es nuestro, así como las aclaraciones que no están en cursiva y entre paréntesis.


 El Yo y el legado familiar 
 "Antes de nacer ya tenemos una historia. Recogemos en nuestros genes el legado de los padres, los abuelos, los padres de los abuelos y, aún más allá, la historia de la humanidad y de la vida sobre la tierra. Nacemos con un gran paquete en el que los límites de lo que pertenece a una u otra causa son, la mayoría de las veces, muy imprecisos. Algunas de nuestras características nos diferencian de las otras personas. Otras nos hacen comunes a toda la humanidad. Todos pasamos por el momento de nacer, un traspaso doloroso y duro, que nos enfrenta por primera vez con las vicisitudes, dualidades y conflictos de la vida. Todos nacemos necesitados e indefensos. Al principio no percibimos límites entre nosotros mismos y el mundo. Tenemos una serie de necesidades que debemos satisfacer y dependemos completamente de otros para poder subsistir. Pero ya desde el nacimiento, y aún antes de nacer, se marcan las diferencias. Hay niños que empujan con fuerza en el parto; otros necesitan ser ayudados. Unos maman con furia, otros se quedan dormidos. Venimos al mundo dotados de un temperamento, en el que influye la herencia, la vida intrauterina y el parto, entre otras muchas cosas. Así ya desde el principio,  el tipo de contacto que establecemos entre nuestras necesidades y el medio es diferente en cada persona. Y nacemos en una familia concreta, con unas circunstancias, un modelo y un momento concretos. Nuestros padres son a su vez depositarios de su propia historia y limitaciones. Además, cada hijo, como nuevo miembro de la familia, es ubicado en una categoría: “la nena”, “el mayor”, “la más lista”, “el miedoso”, algunas veces recordando al abuelo o a un antepasado. Este proceso actúa también como inductor, al reconocer el niño su identidad a través del rótulo, del deseo de los padres, que proponen su ideal al hijo.
Desde el momento de nacer el niño busca la satisfacción de sus necesidades y para ello se relaciona con su ambiente. Experimenta bienestar cuando lo consigue y malestar cuando no lo logra. Así que, según su temperamento, explora y ensaya diferentes conductas para adaptarse al medio y satisfacerse. Durante su desarrollo se suceden una serie de etapas relacionadas con diferentes necesidades y funciones físicas y psicológicas. El paso de un estadio a otro no es automático y se pueden dar estancamientos parciales en una determinada etapa, bien por-que resultó muy placentera o bien porque se dieron muchas frustraciones en ella. Cualquier cosa que convierta una etapa en memorable –ansiedad excesiva o placer excesivo- puede llevar al niño a “quedarse” en ella. A esto se le llama fijación.
Para resolver, en parte, el conflicto de los deseos no logrados y sus repercusiones -frustración, intranquilidad, temor, culpa, angustia- surgen los mecanismos de defensa, “amortiguadores” psíquicos que alivian la tensión y ansiedad excesivas, defendiendo al yo de ideas o efectos dolorosos e insoportables. Actúan contra cualquier idea, sentimiento o experiencia que amenace con dañarnos, excluyéndolos de la conciencia y transformándolos o evadiéndolos. Así se va construyendo, mediante conductas repetitivas, el carácter.

Este diálogo entre la búsqueda de satisfacción y la adaptación a los obstáculos y conflictos con los que se encuentra el niño, va a motivar el comportamiento humano desde su funcionamiento más elemental e instintivo, desde que el niño aún no tiene conciencia de sí, hasta las manifestaciones pulsionales más sofisticadas del adulto.
De forma inconsciente para la mayoría de nosotros, nuestras fijaciones y necesidades emergen continuamente en el intento de ser reconocidas y cerradas, lo que podría permitirnos pasar a una nueva fase de nuestra evolución. Para la Gestalt, la autorregulación organísmica  es el proceso natural por el cual el organismo tiende a completar las situaciones inconclusas en su búsqueda natural de desarrollo. Pero la mayor parte de las veces no podemos prestarle atención, cegados por la oscuridad de nuestras propias defensas. De esta manera se instaura un ciclo repetitivo el cual, si no somos conscientes, puede esclavizarnos toda la vida.
Sin embargo, si prestamos suficiente atención a lo que nos pasa aquí y ahora podremos obtener las claves que nos permitan comenzar a comprender y de alguna manera, cerrar, lo que quedó inconcluso (gestalts inconclusas)  allí y entonces.”


La experiencia de la dualidad en la existencia humana. Segunda parte del Artículo: "Miedo a los cambios".

Para seguir comprendiendo cómo funciona el ser humano, y conocer cómo trabaja la terapia gestalt, vamos a tratar un aspecto fundamental  sobre el que ésta trabaja: las necesidades de cada individuo (cómo se van gestando) desde la infancia a la etapa adulta.
Y también hablaremos sobre la naturaleza humana (conocido teóricamente  en el contexto de la Terapia Gestalt de Perls y Goodman como "naturaleza humana animal"), que se crea en la interacción entre el sujeto con su campo y en la relación terapéutica del sujeto con éste (entre terapeutas seguidores de la orientación teórica de Perls concepto conocido como "el campo organismo-entorno"). Campo que en el caso particular de la terapia incluye al paciente en interación con  su terapeuta y que para entendernos coloquialmente reflejaremos como "su ambiente" (ya sea en el entorno terapéutico u otro). Y en referencia a esta noción de campo organismo-entorno, existe la idea de que el organismo-humano-animal es capaz de autorregulación (o proceso homeostático).

Nos vamos a servir de una segunda parte del Artículo (que reproducimos a continuación) sobre "Miedo a los cambios", publicado en Cuerpo Mente (Nº 72), por Aurora Morera Vega (en 1.998) para analizar y conocer todos estos conceptos teóricos de la Terapia Gestalt aplicados al método de trabajo con nuestros pacientes, y pasar de la en la Terapia Gestalt de la Teoría al Método.

NOTA: Los subrayados , las matizaciones en color y las especificaciones-explicaciones ,que no están en cursiva, entre paréntisis son nuestras)

La experiencia de dualidad
  "Desde el momento de nacer, los seres humanos nos vemos enfrentados con la dualidad. La dualidad está presente en todos los campos de nuestra existencia: Por una parte, nuestro organismo está sometido a cambios constantes, a necesidades cambiantes; en la medida que estas necesidades son satisfechas, se incorporan a nuestro ser produciendo un equilibrio, que le permite pasar a una nueva fase. Esta nueva fase provocará también nuevas necesidades que han de satisfacerse para seguir el crecimiento. Y así a lo largo de toda nuestra vida. (El ciclo de satisfacción de las necesidades o también conocido como de contacto)
Por otra parte, hemos de establecer contacto con el ambiente (girándonos hacia él y en contacto con él es como conseguimos satisfacer nuestras necesidades) para cubrir estas necesidades. Las posibilidades de valernos enteramente por nuestros medios son inexistentes, sobre todo en los primeros años de nuestra vida, en la que dependemos por completo de nuestros padres o cuidadores. En el plano emocional, la necesidad de los otros es evidente: precisamos el contacto (tanto como en el físico) tanto como comer y beber.
Toda la existencia del ser humano está impregnada de ese baile de polaridades entre el cambio y el equilibrio, la satisfacción de las propias necesidades y la adaptación al ambiente. La vida y el comportamiento humanos son el resultado de esta interacción entre el individuo y el ambiente (por eso la terapia gestalt se tiene lugar al establecerse una relación terapéutica entre el paciente-cliente y el terapeuta en un ambiente terapéutico), en el marco de un campo continuamente en cambio. La Gestalt habla del proceso homeostático, mediante el cual el organismo satisface sus necesidades y mantiene su equilibrio y por lo tanto su salud, en medio de condiciones que varían. Dado que las necesidades son muchas y cada necesidad altera el equilibrio, el proceso homeostático transcurre todo el tiempo y la vida se caracteriza por este juego continuado entre balance y desbalance en el organismo.
Así, el comportamiento de la persona está determinado por la naturaleza de la relación entre ella y su ambiente (es en las relaciones como el hombre encuentra su naturaleza humana, no en su propia "individualidad"). Si la relación es mutuamente satisfactoria, el comportamiento del individuo es equilibrado y, al mismo tiempo, cambiante. Si por el contrario la relación es conflictiva, el individuo se desequilibra y estanca (se rigidifica)."

viernes, 25 de febrero de 2011

MIEDO A LOS CAMBIOS . Parte del proceso de terapia. Primera Parte

                                                
                                                                         

Hola a todos.

Hoy queremos hablaros de un tema que muchas veces inquieta a aquellas personas que quieren iniciar un proceso de cambio en su vida, y no se terminan de decidir a hacerlo, por miedo ... ¿Miedo a qué?. Miedo a diversos factores: ¿me será útil la terapia?; ¿si voy a terapia significa que estoy "loco/a"?. Se dice mucho que en los tiempos actuales ir al psicólogo está muy normalizado, como si fuera "casi" ir al médico, sin embargo no es así. Aún seguimos escondiendo que vamos a terapia, y sin embargo no escondemos una diabetes, ni que hemos ido a un traumatólogo ... ¿Hay algo de "vergonzoso" en necesitar ayuda y reconocer que así es?, ¿estamos reconociendo nuestra "incapacidad" para gobernar o llevar nuestra vida de una forma sana?, ¿somos malos padres si nuestros hijos tienen problemas o si los tenemos nosotros con ellos...?. ¿Hay algo que esconder en hablar de  esto, en mostrar nuestras dificultades o "incapacidades" (que no podemos solos, que necesitamos ayuda psicológica o psicoterapéutica)?.

Uno de los miedos más frecuentes para "evitar" durante años (y a veces décadas) el buscar ayuda de un profesional de la salud mental es el MIEDO AL CAMBIO. Aunque "lo único estable en esta vida es el cambio", por circunstancias personales, ambientales, familiares... no estamos preparados muchas veces para asumir el RIESGO del cambio en nuestra vida, el "vacío de perder el control" (aunque sea el control de estar repitiendo una historia una y otra vez de forma insana o perjudicial para nosotros mismos y nuestros seres más amados) y darle la oportunidad al "vacío fértil" (un vacío que "augura" la llegada de algo "productivo o fértil", sano) pues no tenemos dicha seguridad absoluta. Y muchas veces preferimos una seguridad dañina a la inseguridad de no poder asegurnos a ciencia cierta que ese aspecto positivo o favorecedor por el que luchamos vaya a llegar de forma absolutamente segura.

Esta entrada va a tratar sobre ese motivo que se puede dar durante toda la terapia (incluso forma parte de la vida, de forma continua, aunque lo insano es cuando ese miedo paraliza ante cualquier cambio e impide los cambios constructivos, por una personalidad rigificada) y especialmente al inicio de ésta. Para tratarlo en profundidad os vamos a traer en esta ocasión la primera parte de un artículo publicado por Aurora Morera Vega, en la revista Cuerpo Mente (Nº 72, del año 1.998) titulado "Miedo a los cambios", que a continuación reproducimos, y que esperamos os sirva de reflexión si estáis pensando sobre la posibilidad de iniciar un proceso de cambio en vuestra vida, sea a través de una psicoterapia, o a nivel personal sin medios de ayuda externa.

Esperamos que os guste y  os animamos a expresar vuestras opiniones y reflexiones si os sentís motivados y necesitados de compartirlas. Un saludo desde Centro de Psicología Gestalt.


MMMiiieeedddooo    aaa    lllooosss cccaaammmbbbiiiooosss
(Publicado en Cuerpo Mente, nº 72, Año 1.998, por Aurora Morera Vega).

" Amenudo nos sorprendemos a nosotros mismos repitiendo una y otra vez un mismo tipo de comportamiento sin que podamos evitarlo. Casi sin darnos cuenta y a pesar de nuestros esfuerzos por cambiarlo, “algo” nos empuja a experimentar situaciones que nos provocan viejas emociones, a adoptar conductas repetitivas que no nos satisfacen o a reproducir cierto tipo de relaciones insatisfactorias.
Nos percibimos movidos por impulsos que mantienen guiones en nuestras vidas y en realidad no estamos seguros de si nos gustan o no estos guiones ni qué es lo que nos empuja a mantenerlos. Con frecuencia tenemos miedo de que se reproduzcan irremediablemente situaciones dolorosas. Entonces, en un intento por enfrentarnos y desafiar todo esto, establecemos una lucha feroz con nosotros mismos y con nuestro ambiente y nos rebelamos, para finalmente darnos cuenta de que seguimos perdidos e insatisfechos. Muchos de nosotros tenemos confundido el límite entre lo que somos y los otros, entre nuestras necesidades y nuestro ambiente, y ya no sabemos cuántas de nuestras emociones nos pertenecen y de cuántas somos esclavos.
No hay cambio posible si no sabemos qué queremos cambiar. Y el conocimiento de nosotros mismos tarde o temprano nos lleva a mirar cómo son nuestras emociones y cuáles son los invisibles hilos que las mantienen ligadas a nuestra infancia. Durante estos primeros años aprendimos a manejarnos con situaciones tan básicas como la dependencia, la satisfacción, la frustración, la necesidad, el placer, la relación con las figuras de autoridad o la intimidad. Es la época en que nos formamos como personas, donde aprendimos las conductas que tan arraigadas parecen estar en nosotros.
Sin embargo, hemos de volver al legado familiar no para culpar a nuestros padres o quejarnos de nuestra realidad, sino para mirarnos con franqueza y honestidad. Parece evidente que, por un lado, “nos toca” un tipo de familia, un código genético, una herencia social y unas circunstancias en la vida. De alguna manera somos receptores de una serie de eventos que en principio están ahí y que nos suceden. Enfadarnos con las circunstancias o con lo que somos únicamente nos lleva a dispersar energía y atención. Mientras tanto, estaremos perdiendo la oportunidad de re-conocernos, re-situarnos y dar respuestas nuevas a nuevas situaciones. Lo que está verdaderamente en nuestras manos no es tanto lo que somos o lo que nos sucede, sino lo que hacemos nosotros con ello. Nuestra libertad radica en una elección: permanecer inconscientes repitiendo ciclos fa-miliares y personales o emprender el viaje al encuentro con nosotros mismos, en una aventura en la que no hay éxitos o fracasos, sino autodescubrimiento. Esta es una búsqueda que nos puede llevar toda la vida, que a menudo nos sitúa en pasadizos resbaladizos, oscuros, caóticos o dolorosos y que siempre, cuando tomamos consciencia e integramos lo que descubrimos, nos lleva a sentirnos un poco más libres, más presentes, más responsables y creadores de nuestra vida."



jueves, 17 de febrero de 2011

Interesantísimo Artículo y Vídeo sobre el AUTISMO.

Estimados seguidores, tras descubrir un artículo muy completo y que profundiza sobre diversos aspectos de la Etiología y el Tratamiento del Autismo, queremos compartirlo con todos vosotros. Esperamos que os pueda servir (especialmente a aquellos padres interesados/necesitados en/de conocer y detectar de forma temprana el autismo de un hijo/a pues puedan tener sospechas de que lo padece).

Un saludo.

http://www.pediatriabasadaenpruebas.com/2010/01/autismo-y-falsas-creencias-sobre-sus.html

lunes, 14 de febrero de 2011

Vídeo sobre el AUTISMO.


Os adjuntamos un power point elaborado por un padre de una niña autista (a través de la Fundación Orange), que nos puede ayudar a comprender alguno de los síntomas de este trastorno generalizado del desarrollo (en breve hablaremos del AUTISMO en un artículo detallado sobre el mismo ).  

domingo, 13 de febrero de 2011

Centro de Psicología Gestalt ya está en TWITTER.

Hola, os adjuntamos el enlace de Centro de Psicología Gestalt para aquellos de nuestros seguidores que quieran hacerlo también a través de TWITTER:

sábado, 12 de febrero de 2011

LA UTILIDAD DEL FEEDBACK CON NUESTROS PACIENTES

Desde Centro de Psicología Gestalt nos pareció muy interesante la lectura de este artículo y  queremos compartirlo con todos ustedes, y muy especialmente con nuestros seguidores profesionales de la Psicología Humanista y  desde cualquier perspectiva de la psicología. Por este motivo os lo acercamos a nuestro blog (desde nuestra página en Facebook, en el que adjuntamos este enlace y que podría interesaros seguir de cerca de los Expertos). Así como quizás  pueda también pueda resultar  “ especialmente atractivo” su lectura a nuestros pacientes curiosos.  Esperamos que así sea. Un saludo.

Os adjuntamos el ENLACE A NUESTRA PÁGINA EN FACEBOOK para aquellos que aún no la conozcáis y deseéis seguirnos a través de ésta:

 

                  

Artículo: "UTILIDAD DE QUE EL PACIENTE NOS PROPORCIONE UN FEEDBACK".
De Gustavo Lanza Castelli.

Si tomamos la palabra feedback en el sentido que le da el diccionario Espasa-Calpe, como “Retroalimentación, conjunto de reacciones o respuestas que manifiesta un receptor respecto a la actuación del emisor, lo que es tenido en cuenta por éste para cambiar o modificar su mensaje” podemos situar el tema de esta nota como referido a aquellas exteriorizaciones del paciente que, en tanto respuestas a las intervenciones y actitudes del terapeuta, le proporcionan a éste información respecto de las mismas. Dichas respuestas tendrán el mayor valor para el profesional, en tanto le harán saber la pertinencia o no pertinencia de aquéllas y, por tanto, la necesidad de modificar, o no, el rumbo emprendido, de acuerdo a dicha información.
Este tema fue inicialmente considerado en la tradición psicoanalítica en el contexto del interés por encontrar indicadores que den cuenta de la verdad o falsedad de las interpretaciones o construcciones que el analista proporciona. En la obra de Freud el problema es abordado en su trabajo de 1937 “Construcciones en el análisis”, en el que refiere que no podemos tomar como indicadores confiables de dicha validez ni el “sí” ni el “no” del paciente, sino que debemos apelar a manifestaciones indirectas e involuntarias del mismo. En caso que la construcción sea incorrecta, el resultado será que el paciente no se sentirá tocado. En caso que sea correcta, aparecerán corroboraciones indirectas, como, por ejemplo, nuevos recuerdos que complementen la construcción, o el giro “Nunca se me ha pasado por la cabeza”, o asociaciones que contengan algo análogo al contenido de la construcción, etc. (Freud, 1937).
Los emergentes mencionados en último término harán las veces de feedback acerca de la verdad de la interpretación, con lo cual el analista sabrá que está en la buena senda y proseguirá por ella.
Otros analistas se interesaron en este tema y coincidieron en que el criterio para la confirmación o refutación de las intervenciones del terapeuta, sólo puede encontrarse en las respuestas del paciente posteriores a su formulación (Wisdom, 1967).
Este tipo de feedback, que el terapeuta recibe del paciente, tiene dos características que valdrá la pena destacar para lo que sigue: por un lado, se produce on-line, esto es, mientras transcurre la sesión; por otro, resulta de la conjunción de determinadas exteriorizaciones del paciente con la lectura que de ellas hace el profesional desde su punto de vista, basado en su marco teórico, su experiencia clínica y el conocimiento que haya llegado a tener de ese paciente concreto.
En una obra temprana, Freud menciona otro tipo de feedback, consistente en manifestaciones conscientes y deliberadas de una paciente, que parecen haber tenido la mayor importancia en el desarrollo de su técnica, al decir de Laplanche y Pontalis, quienes sitúan en este episodio el surgimiento del recurso a la asociación libre (Laplanche, Pontalis, 1967).
Se trata de la paciente Emmy Von N. a quien Freud trataba debido a una serie de dolencias diversas, mediante el procedimiento que utilizaba por esa época, consistente en interrogarla, en hipnosis, sobre diversas vivencias y recuerdos relacionados con sus síntomas.
En un pasaje, por demás elocuente para nuestro tema, Freud consigna: “Por algún camino doy en preguntarle por qué ha tenido dolores de estómago, y de dónde provienen. Yo creo que en ella los dolores de estómago acompañan a cada ataque de zoopsia. Su respuesta, bastante renuente, fue que no lo sabe. Le doy plazo hasta mañana para recordarlo. Y hete aquí que me dice, con expresión de descontento, que no debo estarle preguntando siempre de dónde viene esto y estotro, sino dejarla contar lo que tiene para decirme. Yo convengo en ello y prosigue sin preámbulos” (Freud, 1893, p. 84).
Este feedback le permitió a Freud reconsiderar el modo en que había estado abordando a Emma hasta ese momento, y reemplazarlo por otro, que le fue indicado por la paciente misma, consistente en dejarla hablar sin estar preguntándole constantemente.
Cabe subrayar también, como un hecho de la mayor importancia, que Freud no se había dado cuenta de que a Emmy le perturbaba su constante preguntar y que lo que ella necesitaba era que la dejara hablar. Esto fue algo que debió ser manifestado por ella (feedback) para que él se enterase de las consecuencias de su proceder, a los efectos de poder modificarlo.
Si comparamos este feedback con el previamente mencionado, vemos que podemos señalar al menos dos diferencias.
Por un lado, el decir de la paciente no tiene que ver con corroborar, o no, una interpretación de su analista, sino que se refiere al modo en que éste se dirige a ella. Vemos que el feedback puede incluir muchos otros aspectos, más allá de corroborar, o no, una intervención.
Por otro lado, si bien se trata también de un feedback on-line, éste no surge de una lectura que hace el terapeuta desde su punto de vista, sino de la manifestación expresa del punto de vista del paciente acerca de lo que necesita del profesional. Para acceder a esta información y poder regular su proceder teniéndola en cuenta, Freud necesitó de la colaboración de la paciente, ya que no pudo colegir por sí mismo los efectos perturbadores de su modo de abordarla.
Este ejemplo muestra una actitud que no es habitual en los consultantes y, sin embargo, ilustra con notable claridad la importancia que tiene para el profesional poder contar con el punto de vista del paciente acerca de lo que ocurre en la sesión.
Es que podríamos decir que más allá de la idea que pueda hacerse el terapeuta sobre aquellas intervenciones que, según su marco teórico, son pertinentes para ayudar al consultante a resolver los problemas por los que lo ha requerido, es este último quien tiene la experiencia de si dichas intervenciones le son de utilidad, si le ayudan a conectarse más profundamente con los factores responsables de sus padecimientos, si le sirven para poder resolverlos. De igual forma, es el paciente el que experimenta cuáles intervenciones del profesional le resultan de utilidad y cuáles le resultan perturbadoras, irrelevantes o insuficientes, cuáles actitudes del terapeuta  le ayudan a abrirse y comprometerse con el proceso y cuáles, por el contrario, lo inhiben o desmotivan, cuáles refuerzan la alianza terapéutica y cuáles, en cambio, la perjudican. Según como el consultante se sienta en estos diversos aspectos, así será el grado de su compromiso con el tratamiento, de su satisfacción con el mismo y aún de su permanencia en él.
Por esta razón, considero que al terapeuta le será de la mayor utilidad contar con el aporte del punto de vista del paciente para tomar mayor conciencia del modo en que sus actitudes e intervenciones le afectan e inciden en el curso del proceso, para de este modo poder trabajar sobre ello con él, y/o regular su proceder teniéndolo en cuenta, o realizar las modificaciones necesarias en su modo de actuar, si tal cosa fuera necesaria -tal como hizo Freud en el ejemplo mencionado (“Yo convengo en ello”)- con el objetivo de optimizar el proceso terapéutico.
Cabe referir que en los últimos años se han llevado a cabo una serie de investigaciones sobre la utilidad que dicho feedback posee para el profesional.
Algunas de estas indagaciones se han centrado en el feedback que el terapeuta recibe acerca de las mejorías o empeoramientos que el paciente experimenta a medida que se desarrolla el tratamiento. En diversos estudios llevados a cabo por Whipple, Lambert, Vermeersch y colaboradores (Lambert et al, 2001; Whipple et al., 2003; Hawkins et al., 2004), con la ayuda del Outcome Questionnaire, de Lambert y otros (Lambert et al., 2001), se dividió en dos grupos a un conjunto de pacientes que tenían inicialmente un pronóstico de resultado negativo o nulo. A todos ellos se les pidió que, tras cada sesión de psicoterapia llenasen un cuestionario por medio del cual se podía evaluar la mejoría o empeoramiento que experimentaban. Los terapeutas de uno de esos grupos recibían el feedback correspondiente, en base a la información de los cuestionarios. Los del grupo de control, en cambio,  no la recibían.
Los resultados mostraron que los terapeutas que recibían el feedback podían modificar el abordaje clínico que estaban llevando a cabo, con lo cual conseguían que los pacientes continuaran en el tratamiento, anticipándose con ello a una eventual deserción, y lograban, en un porcentaje considerable, revertir el estado de cosas problemático existente y conseguir resultados positivos. Los terapeutas que no recibían dicho feedback no hacían corrección alguna, con el consiguiente empeoramiento y deserción de un mayor número de pacientes que en el grupo anterior.
Es interesante agregar que los terapeutas que no recibían el feedback no alcanzaban a darse cuenta, por sí mismos, del estado de cosas que quedaba reflejado en las respuestas al cuestionario.
Por mi parte, considero que la experiencia clínica muestra la utilidad de proponer a los pacientes que proporcionen un feedback, el cual puede ser esporádico, o continuo y sistemático.
El feedback esporádico es el que se realiza al finalizar un período de trabajo relativamente amplio (por ejemplo, al final de año), o después de haber trabajado un tema determinado de particular importancia, y puede tomar distintas formas.
De todos modos, en esta ocasión me interesa centrarme en el feedback sistemático, que es aquél que se lleva a cabo en prácticamente todas las sesiones a lo largo del proceso terapéutico, y puede adquirir dos formas: on-line y off-line.
El feedback on-line favorece la conformación de un equipo de trabajo paciente-terapeuta que incluye al consultante como un participante activo, y da lugar a que éste aporte su propio punto de vista, dando con ello valiosa información al terapeuta.
Vale la pena agregar que estos dos puntos de vista (el del terapeuta y el del paciente) muchas veces no coinciden, como ha sido demostrado en diversas investigaciones (Duncan et al., 2003), lo que vuelve más importante todavía que sea el paciente mismo quien nos diga cómo ve él las cosas.
Si nos circunscribimos a las intervenciones del terapeuta (y dejamos de lado de momento otras variables sobre las que se puede pedir un feedback), podríamos dar algunos ejemplos del modo en que es posible preguntarle al paciente  por su punto de vista sobre ellas.
“No sé cómo te llegó esto que te dije”,
“Me gustaría saber cómo ves lo que te acabo de decir”,
“¿Te parece que puede haber algo de lo que te planteo?”,
“Me interesaría saber cómo lo ves desde tu punto de vista”.
Más allá de las palabras elegidas por cada quien para formular estas u otras preguntas equivalentes, el núcleo de las mismas podría formularse de la siguiente forma: "Me interesaría saber cómo  ves, desde tu punto de vista, lo que yo te he transmitido desde mi punto de vista, para que yo pueda enriquecer, corregir, ampliar mi propio punto de vista, tratando de integrar el tuyo en él”.
Si tratamos de conceptualizar este estado de cosas desde la teoría de la mentalización, resultará útil citar primeramente la caracterización que hacen Bateman y Fonagy de la psicoterapia:
“Los enfoques terapéuticos tradicionales dependen, para su efectividad, de la capacidad del individuo para considerar su experiencia de sus propios estados mentales, junto a la re-presentación de los mismos por parte del terapeuta.
La apreciación de la diferencia entre la propia experiencia de la propia mente y aquella presentada por otra persona es un elemento clave. Es la integración de la propia experiencia habitual de la propia mente con la visión alternativa presentada por el terapeuta la que ha de estar en el fundamento del proceso de cambio. La capacidad para entender el comportamiento en términos de los estados mentales asociados, en uno mismo y en los demás, (la capacidad para mentalizar) es esencial para el logro de esta integración” (Bateman, Fonagy, 2006, pp. 190-191).
Podríamos señalar, en primer término, que el pedido de feedback al paciente es también un modo de estimular en él la mentalización (ya que se le pide que registre los afectos despertados por la visión alternativa sobre su mente que el terapeuta le propone, o que piense sobre la misma).
Por otro lado, a partir de esta caracterización de la psicoterapia podríamos decir que en la situación de feedback, el terapeuta, que posee una representación de los estados mentales del paciente (que le ha comunicado como intervención o interpretación), recibe de éste una representación de su propia representación. La integración de la representación que recibe del paciente con la que previamente tenía, constituye un importante factor para el proceso de cambio mental del terapeuta (enriquecimiento, rectificación, etc.), a los efectos de construir una representación más ajustada de la mente del paciente, que le ofrecerá a su vez y de la que volverá a pedir un feedback. Esta dialéctica que pone en juego el feedback al terapeuta, se revela de gran riqueza para el proceso terapéutico y para el incremento de la mentalización de los protagonistas incluidos en él.
Por último, desearía agregar que en relación al segundo tipo de feedback sistemático, que he denominado off-line, he diseñado un instrumento -consistente en un breve cuestionario- que le sirve de guía al paciente para poner por escrito aquello que fue importante para él de la sesión.
La primera de esas preguntas es, justamente, qué fue lo más importante de lo ocurrido en la sesión y por qué. Luego le siguen otras preguntas que exploran otras dimensiones de la relación y del proceso terapéutico.
He desarrollado este tema con mayor profundidad, adjuntando una serie de ejemplos y proponiendo distintos modos de trabajar el material producido por el consultante, en dos trabajos (Lanza Castelli, 2008a, 2008b)

OBSTÁCULOS

*¿Qué constituye para cada uno de nosotros un obstáculo?.

*¿Cómo afrontamos los obstáculos en nuestra vida?: ¿con una continua frustración?, ¿como un reto?, ¿como una fuente de crecimiento y superación?, ¿con un miedo “atroz”?, ¿con ánimo y esperanza? ….





Nuevamente os adjuntamos el enlace a un poema del Psicoterapeuta Jorge Bucay,  que nos lleva a la reflexión sobre los OBSTÁCULOS EN NUESTRA VIDA.

Igualmente os adjuntamos el enlace que puede permitiros seguirnos en Facebook, dónde encontraréis información adicional a la que aparece en nuestro blog, y continuamente actualizada, sobre Psicología y Terapia Gestalt. Documentación útil tanto para expertos de la Psicología y Terapias Naturales, como para el resto de personas interesadas en estas disciplinas del saber y de la ciencia.
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¡ Un afectuoso saludo para todos los seguidores y visitantes de nuestro blog  y nuestro sincero agradecimiento  por seguirnos además de por vuestras colaboraciones y aportaciones ! .

sábado, 5 de febrero de 2011

CRITERIOS PARA LA BÚSQUEDA Y ELECCIÓN DE UNA ESCUELA INFANTIL ESPECIALIZADA

   Hola, hoy queremos tratar un tema que inquieta a muchos padres: la elección de una escuela infantil que realmente responda a las necesidades de  su hijo.

   Actualmente nuestra forma de vida ha cambiado, en muchos sentidos, respecto a la generación, anterior, de nuestros padres. Muchos de nosotros nos vemos "obligados" a trabajar ambos padres o incluso podemos haber constituido una familia monoparental en la que los recursos de apoyo con la que la familia cuenta, a veces, son aún menores. Esto hace que pasado el período de baja por maternidad la madre no pueda continuar con el cuidado de su bebé, y haya de reincorporarse al trabajo.

  En algunas ocasiones no tenemos dudas: podemos, queremos y elegimos que nuestros padres nos ayuden con el cuidado y educación de nuestro/s  hijo/s. Sin embargo, en otras, esto no es posible y hemos de plantearnos otras opciones: ¿contratar a una educadora que cuide única y exclusivamente a nuestro hijo?, ¿buscar una escuela infantil dónde el niño se relacione con otros niños y que a la vez nos reduzca el presupuesto del gasto familiar, siempre que sea una escuela infantil dónde el menor reciba una atención de calidad afectiva y educativa?. Y si decidimos que finalmente nuestra opción es una ESCUELA INFANTIL,  ¿qué criterios usamos para decidir que la que elegimos le va a proporcionar un cuidado especializado y adecuado a las necesidades particulares de nuestro bebé, y a las propias de su edad y desarrollo evolutivo y emocional?.

  En esto es en lo que os queremos ayudar, en aclarar algunos criterios que pueden servirnos para hacer la elección de un Centro de Educación Infantil apropiado. Para ello , a continuación, os aportamos el artículo publicado en una revista ("Magisterio"), en la que habla de las necesidades de un niño de 0 a 1 años  que han de ser atendidas en un Centro de Educación Infantil.


REPORTAJE           REVISTA  MAGISTERIO.    www.acento.info
Maite Matamala García. Artículo: Desde el interior (1): primeros pasos 0-1 años


Me presentaré, aunque no me conocéis. Soy Miguel, y quiero contaros esa época de mi vida, cuando estuve en una Escuela Infantil. Me llevaron mis padres, cuando tenía 5 meses, y no recuerdo cómo fue; pero entre ellos y yo, hemos reconstruido esta pequeña historia.

  

Tuvieron en cuenta que el lugar dónde fuese a ir, sería una Escuela Infantil; la visitaron, hablaron con sus educadores, y les gustó la filosofía del Centro, así como su práctica educativa.

Era una Escuela donde se hacía periodo de adaptación, y eso hizo que poco a poco me fuese separando de mis padres, aceptando internamente este nuevo mundo, donde estaría con otros niños y otros adultos, con espacio y objetos nuevos, y un ritmo de convivencia diferente.

Para todos fue una sorpresa, entrar en ese mundo, donde todo estaba pensado y diseñado para los niños, que, como yo compartíamos, el aula de los más pequeños.

En aquel espejo jugué conmigo mismo, mientras la educadora me sujetaba entre sus brazos, y me señalaba que ese era yo; además veía todo, desde allí: mis compañeros, los juguetes…

Cuando fui capaz de gatear, pude acceder a los demás espacios de la clase; llegaba hasta la estantería de los cuentos, que estaba a mi alcance; aprendí a pasar las hojas, y comencé a fijarme en las imágenes.

Allí estaba mi cuento personal, con fotos de mis papás, primos y abuelos, la fiesta de cumpleaños y un montón de cosas más.

Más allá estaba aquel mueble, con el que tanto he jugado: allí podía ponerme de pie, y además sacar de los cajones aquellos objetos que producían música.

En el recorrido, por los diferentes espacios de la clase, llegué a conocer las posibilidades motoras que iba adquiriendo.

En el aparato aéreo de mi aula, pude subir agarrado a la barandilla, por la rampa o por la escalera; al principio, me costaba mucho tiempo llegar arriba, pero desde allí podía ver toda la clase, con mis compañeros. Era un reto importante, que me hacía sentirme feliz.

Las educadoras les dijeron a mis padres, que los más pequeños aprendemos a través de los sentidos, y que la sensorialidad es fundamental, para adquirir conocimientos.

Así que, dentro de las actividades que nos proponían, había objetos de diferentes texturas, color, formas y tamaños.

Como nos gustaba mucho, íbamos todos a coger y sacar, mirar, chocar, chupar, o morder; de esta manera, íbamos descubriendo las características que tienen estos objetos.

Lo que más me gustaba eran las canciones, que allí se cantaban; no me cansaba de escucharlas, mientras con mis manos intentaba seguir los movimientos que hacía mi educadora.

Algunas canciones las seguía muy bien, y mi mamá me dice que cuando las cantábamos en casa, estaba atento y quieto mucho rato, insistiendo en volverlas a escuchar.

En mi Escuela la autonomía era muy importante, así que “todo lo que puedan hacer los niños por sí solos, debemos dejar que lo hagan”.

Un momento importante para adquirir la autonomía es la comida.

Al principio, cuando llegué a la Escuela, me daban de comer a la boca, pero poco a poco, me dejaban la cuchara para ir probando; de esta manera, empecé a usarla cada vez mejor, hasta conseguir comer yo solo. Fue otro logro, que me hizo hacerme más mayor.

En la clase no estaba yo solo; éramos más niños. Fueron las primeras relaciones, porque con ellos compartía risas, encuentros y juegos; también algún que otro litigio.

Pero las educadoras estaban atentas, a cada uno de nosotros, para proponernos juegos, y cubrir nuestras necesidades.

Con estos compañeros pasamos al curso siguiente, a otra aula de más mayores, y también nosotros más creciditos; ya nos conocemos y jugamos juntos en el patio, disfrutando de la Escuela Infantil.


jueves, 3 de febrero de 2011

El buscador ... es alguien que BUSCA , en su vida ...


                             El    buscador es alguien que BUSCA, en su vida, en su camino ... aunque no sepa bien qué busca ...

¿Te recuerda en algo a tu búsqueda? .

Me recuerda a un emotivo poema que leí en una ocasión que decía "No estás solo en el dolor" , al igual que en los momentos dolorosos, nos ayuda el sentirnos acompañados, "el buscador no está solo", hay más como él/ella en su camino.

Hablemos de dos emociones: la furia y la tristeza.


                                      ¿ Se esconde la tristeza (en ocasiones) detrás de la furia ?


 ¿Un mecanismo de defensa que nos sirve cuando no podemos afrontar una tristeza que tememos pueda "derrumbarnos" ... ?.

... Jorge Bucay en su libro "Déjame que te cuente" nos introduce a esta interesante reflexión y aún más nos puede ayudar en nuestro propio proceso de darnos cuenta (que como tantas veces hemos nombrado, es la base de la Terapia Gestalt).

Os dejamos con su voz ...