La autoestima valora una serie de aspectos dentro de un continuo (por ejemplo a través de una escala que vaya desde: nunca, alguna vez, bastantes veces, con cierta frecuencia, con mucha frecuencia, hasta siempre), aspectos tales como los siguientes:
1) si una persona se aprecia, se respeta y acepta o no tal y como es;
2) si una persona se siente satisfecha de sí misma;
3) si reconoce sus cualidades y logros;
4) si se valora en lo que realmente vale (sin infravalorarse ni llegar a una falsa autoestima como lo constituiría el narcisismo);
5) si asume serenamente sus propios errores, limitaciones y fracasos (o no puede hacerlo sin sentir una culpabilidad recurrente y obsesiva);
6) si se puede perdonar a sí misma;
7) si se comporta como una persona autónoma (no dependiente) a la vez que solidaria (puede ayudar a otros, cuando lo necesitan y elige hacerlo voluntariamente);
8) es capaz de defender sus derechos sin intentar pasar por encima de los ajenos (es decir, ni actúa de forma pasiva, ignorando sus derechos y negándose el defenderlos, ni haciéndolo de forma agresiva);
9) si se cuida suficientemente (a nivel emocional, social, físico y espiritual).
La autoestima (o su habilidad para apreciarse a sí misma) influye en todas las áreas de nuestra vida, y eso lleva a la persona a que pueda cometer errores sin que le causen una depreciación de su valor como ser humano, como persona. Es por esto que es tan importante crear (la autoestima no se nace con ella, sino que se adquiere) una buena o alta autoestima , lo que Norman Shub (experto en el trabajo de la autoestima desde el enfoque gestalt) llama unas buenas “VARILLAS DE ACERO” (no de plastilina, o de papel …): CREENCIAS INTERNAS que apoyan a las personas y que les ayudan a afrontar todo tipo de situaciones, sabiendo y valorando quiénes son.
Una AUTOESTIMA ALTA afecta a todas las áreas de la vida del niño, desde sus relaciones, la decisión sobre su profesión o carrera profesional, hasta la manera en que se desenvuelven dentro del aula y del patio, en el colegio, la manera en la que hablan en público, la manera en que perciben y sienten a su familia y a sus padres, la forma en que reaccionan y resuelven errores y problemas …
Por todo ello, ya que los padres son un modelo (al igual que los abuelos, los tíos, los profesores, …), si ellos no trabajan con su autoestima, perjudican sin ser conscientes, el desarrollo de los niños. Todos deberíamos entender que LOS NIÑOS NO NECESARIAMENTE ESCUCHAN LO QUE LES DECIMOS, PERO SÍ PRESTAN MUCHA ATENCIÓN TANTO A LO QUE HACEMOS COMO A LO QUE NO HACEMOS.
Esto nos lleva a conocer las CONDICIONES NECESARIAS PARA DESARROLLAR UNA ALTA AUTOESTIMA EN NIÑOS:
1) SEGURIDAD INTERNA (que la sienta el niño en sí mismo): para ello el niño necesita sentir que su hogar es un sitio seguro, dónde hay amor y reina el cariño, la tranquilidad, dónde no hay “batallas emocionales”, ni tampoco se da un patrón de conducta de disputas continuas entre los padres, ni otros factores que podrían hacerle sentir que “no es seguro ser niño en este hogar” y que impediría que sintiera esa seguridad interna.
Para que los niños puedan ser verdaderamente niños y permitir que la esencia de su personalidad salga, mostrarla, y no mostrar una “máscara protectora o defensiva”, necesitan sentir seguridad interna.
2) SEGURIDAD EXTERNA: que se la proporcionen los padres con unos límites sanos, no sobreprotectores, ni tampoco autoritarios, sino que los padres establecen una gentil/amable barrera psicológica y emocional que les permita la libertad de explorar, pero que los protege de su tendencia a ser demasiado atrevidos.
Seguridad externa es el segundo tipo de seguridad que necesitan todos los niños. Pueden decir que no la quieren, pueden enojarse cuando tratamos de imponérsela, y pueden patalear, gritar y pelear con nosotros si insistimos. Pero la seguridad externa quiere decir que no dejaremos que se lastimen o que se pongan en riesgo.
3) EL DARSE CUENTA DE LOS PADRES, SOBRE ACERCA DE QUÉ VALORAN Y EN QUÉ INVIERTEN SU TIEMPO Y ESFUERZO.
Esto no es en lo que decimos que invertimos o lo que sermoneamos a nuestros hijos o amigos adultos acerca de en lo que invertimos como personas en nuestra familia, sino en lo que con nuestra conducta mostramos realmente que invertimos con relación a cómo vivimos nuestra vida y manejamos nuestra familia.
Lo que importa para nuestros hijos no es sólo lo que valoramos, lo importante, sino cuánto trabajamos hacia lo que valoramos, cuánta importancia real le damos, y cómo integramos a otras personas significativas para nosotros dentro de eso en lo que invertimos, de una manera incentivadora a la vez que respetuosa a sus necesidades, y sentimientos, de forma que se sientan bien participando de ello.
4) EL DESEO DE LOS PADRES DE TRABAJAR CON SU PROPIA AUTOESTIMA.
Además de las tres condiciones anteriores necesarias (la seguridad interior del niño, la seguridad externa de los padres, el tener en cuenta en qué invertimos , cuánto y cómo lo hacemos y no en lo que decimos que invertimos), la condición final para desarrollar una alta autoestima en los niños, en su propio hijo por ejemplo, es el deseo de los padres de invertir en su propia autoestima, tanto de manera individual, como juntos, como pareja de padres.
La propia autoestima que cada padre siente hacia sí mismo influye en cómo manifiesta ésta en su forma de ser padre. Por eso es importante hacer una “evaluación” de la propia autoestima de cada uno de los padres como personas adultas que son, para evaluar si es alta, o no, y conocer si está estimulado o no a hacer algo al respecto, ahora que ya sabe que su propia autoestima influye en la de su/s hijo/s. Lo que los padres son y cómo manejan el mundo tiene un gran efecto en quiénes serán sus hijos y cómo se relacionarán con su propio mundo.
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