Hace unos meses, una persona querida me envió un artículo que me resultó interesantísimo su lectura. Es de Borja Vilaseca, y lo publicó el País Semanal el 15 de julio de 2012, con título ¡ Que cambien los demás!.
Me parece de lo más acertado compartirlo con vosotros en estas fechas. Septiembre es para algunas personas, un momento para pensamientos de austocuestionamiento: ¿qué hago?, ¿cómo puedo cambiar?, ¿y ahora qué?..., es decir, un momento de plantearse posibles cambios en la vida de uno, tras un período de reflexión, en vacaciones.
En muchas ocasiones en terapia se plantea la dubitativa de si es el otro quién debe cambiar, las peticiones de cambio, que le hacemos al otro, a los otros, o si puede estar ocurriendo que uno mismo esté entorpeciendo su evolución, anclado en situaciones inconclusas, que uno mismo propicia, no atreviéndose a afrontar, o no sabiendo cómo hacerlo, esos aspectos de nuestra vida con los que nos tropezamos una y otra vez, como una piedra, o un obstáculo, que no sabemos o no podemos vencer.
Es un artículo en el que habla de esos introyectos que hemos asumido, sin masticar, y hemos tragado como parte de nuestra identidad, sin plantearnos si nos hacen bien o mal, sin "desmenuzarlos", sin "digerirlos", ni plantearnos: "esto sí forma parte de mí, esto ya no, lo rechazo, no es mío", y lo destierro de mi forma de pensar, de ver la vida, y de construírmela. Quizás por miedo al rechazo del otro, ante nuestro "ser diferente" si decidimos mostrarnos, o a encontrarnos solos en ese camino de cambio, o puede que por una falta de darse cuenta de la realidad en la que vivimos, o por una falta de conocerse a uno mismo, cada uno por sus propias motivaciones. Nos transmite la dureza de ese proceso de decidir ser quién uno siente que es, cuando el entorno desea que sigamos siendo quién hemos sido "siempre", es decir, "leales a nosotros mismos, y no responder tanto a lo que los otros esperan de uno" (¿quizás para comodidad de los otros?, ¿puede que para responder con igual sistema de creencias del que tenemos enfrente y así validarle a él/ella con nuestra coincidencia con su forma de pensar, en lugar de un cuestionamiento de ésta, y así quizás pueda sentir que también de su persona?; entra aquí a funcionar el mecanismo de defensa gestáltico de la confluencia, por ejemplo, con figuras de referencia, como las parentales, con nuestros seres queridos, con nuestros líderes...).
Este es un artículo que nos plantea alguna de estas cuestiones, de un modo sencillo y reflexivo, lo que quiero haceros llegar: una reflexión y un planteamiento de ¿dónde estoy?, ¿quién soy?, ¿cómo he llegado aquí?, ¿es esto lo que quiero para mí?. Proporciona un momento de pararnos a pensar, sin dejarnos llevar por las prisas del ritmo de vida rápido y automático en el que podejemos dejarnos llevar, sin plantearnos aspectos que pueden estar ahí, asomándose como formas de autocuestionamiento sobre tu existencia. También introduce aspectos como búsqueda de la satisfacción de las carencias personales y necesidades propias no satisfechas a través del otro.
Te dejo con el artículo (en el que el autor introduce dos historias, a modo de cuentos, como hace el ya conocido psicoterapeuta gestáltico Jorge Bucay, de hecho uno de ellos es el famoso "Elefante Encadenado" que relata éste) para introducir su propio planteamiento:
Tenemos tanto miedo al cambio, que muchos nos aferramos a una serie de mecanismos de defensa para no cuestionar las creencias con las que la sociedad ha moldeado nuestra identidad.
"Cuenta una historia que el joven rey de un imperio lejano se cayó un día de su caballo y se rompió las dos piernas. A pesar de disponer de los mejores médicos, ninguno consiguió devolverle la movilidad. No le quedó más remedio que caminar con muletas. Debido a su personalidade orgullosa, mandó publicar un decreto por el cual se obligaba a todos los habitantes a llevar muletas. Las pocas personas que se rebelaron fueron arrestadas y condenadas a muerte. Desde entonces, las madres enseñaron a sus hijos a caminar con muletas en cuanto comenzaban a dar sus primeros pasos.
Como el monarca tuvo una vida muy longeva, muchos habitantes desaparecieron llevándose consigo el recuerdo de los tiempos en que se andaba sobre las dos piernas. Años más tarde, cuando el rey finalmente falleció, los ancianos que todavía seguían vivos intentaron abandonar sus muletas, pero sus huesos frágiles y fatigados, se lo impidieron. A veces trataban de contarles a los más jóvenes que años atrás la gente solía caminar sin utilizar ningún soporte. Pero los chicos solían reirse de ellos.
Movido por la curiosidad, un día un joven intentó caminar por su propio pie, tal y como los ancianos le habían contado. Al caerse al suelo constantemente, pronto se convirtió en el hazmerreír de todo el reino. Sin embargo, poco a poco fue fortaleciendo sus entumecidas piernas, ganando agilidad y solidez, lo que le permitió dar varios pasos seguidos. Su conducta empezó a desagradar al resto de habitantes. Al verlo pasear, la gente dejó de dirigirle la palabra. Y el día que el joven comenzó a correr y saltar, nadie lo dudó
; todos creyeron que se había desquiciado por completo. En aquel reino, donde todo el mundo sigue llevando una vida limitada con muletas, al joven se le recuerda como "el loco que caminaba sobre sus dos piernas".
LA INFLUENCIA DE LA SOCIEDAD
"Se obediente. Estudia, trabaja, cásate, ten hijos, hipotécate, mira la tele, compra muchas cosas. Y sobre todo, no cuestiones jamás lo que te han dicho que tienes que hacer" (Peter Joseph).
No hay nadie a quién culpar. Pero lo cierto es que desde el día que nacemos se nos adoctrina para que nos convirtamos en empleados sumisos y consumidores voraces, perpetuando el funcionamiento insostenible del sistema. Así es como, al entrar en la edad adulta, seguimos la ancha avenida por la que transita la mayoría, olvidándonos por completo de seguirnos a nosotros mismos, a nuestra voz interior. Por el camino nos desconectamos de nuestra verdadera esencia - de nuestros valores y principios más profundos-, construyendo una personalidad adaptada a lo que nuestro entorno más cercano espera de nosotros.
Si bien la sociedad y la tradición ejercen una poderosa influencia sobre cada uno de nosotros, en última instancia somos libres para tomar decisiones con las que construir nuestro propio sendero. Es una simple cuestión de asumir nuestra propia parte de responsabilidad. Sin embargo, tomar las riendas de nuestra existencia nos confronta con nuestro miedo a la libertad. Prueba de todo ello es que tendemos a ridiculizar procesos y herramientas - como el autoconocimiento y el desarrollo personal- orientados a cambiar nuestra mentalidad.
LOS SIETE ENEMIGOS
"Formamos parte de una sociedad tan enferma que a los que quieren sanar se les llama raros y a los sanos se les tacha de locos" (Jiddu Krishnamurti)
Al obedecer las directrices determinadas por la mayoría, hacemos todo lo posible para no salirnos del camino trillado, rechazando sistemáticamente ideas nuevas. No nos gusta el cambio porque a menudo lo hemos hecho cuando no nos ha quedado más remedio. Por eso lo solemos asociar con la frustración y el fracaso. Tanto es así que existen siete mecanismos de defensa cuya función es garantizar la parálisis psicológica de la sociedad. El primer mecanismo de defensa es EL MIEDO (1), el más utilizado por el status quo como elemento de control social. Cuanto más temor e inseguridad experimentamos los individuos, más deseamos que nos proteja el Estado y las instituciones que lo sustentan. Basta con bombardear a la población con noticias y mensajes con una profunda carga negativa y pesimista.
Enseguida aparece en escena EL AUTOENGAÑO (2) , es decir, mentirnos a nosotros mismos -por supuesto, sin que nos demos cuenta- para no tener que enfrentarnos a los temores e inseguridades inherentes a cualquier proceso de transformación. Para lograrlo basta con mirar constantemente hacia otro lado. Como dijo Goethe, "nadie es más esclavo que quién falsamente cree ser libre".
Por esta razón, el autoengaño suele dar lugar a LA NARCOTIZACIÓN (3). Y aquí todo depende de los gustos, preferencias o adicciones de cada uno. Lo cierto es que la sociedad contemporánea promueve infinitas formas de entretenimiento que nos permiten evadirnos las 24 horas del día. Dado que en general huimos permanentemente de nosotros mismos, lo más común es encontrarnos con personas que no van hacia ninguna parte.
Con el tiempo, esta falta de propósito y de sentido suele generar la aparición de LA RESIGNACIÓN (4). Cansados físicamente y agotados mentalmente, decidimos conformarnos, sentenciando en nuestro fuero interno que "la vida que llevamos es la única posible". Asumimos definitivamente el papel de VÍCTIMAS frente a nuestras circunstancias.
ARROGANCIA Y CINISMO
"Ninguna persona cambia hasta que su situación deviene insoportable" (José Antonio Marina)
En caso de sentirnos cuestionados solemos defendernos impulsivamente por medio de LA ARROGANCIA (5), muchas veces disfrazada de escepticismo. Esta es la razón por la que solemos ponernos a la defensiva frente a aquellas personas que piensan distinto. Al mostrarnos soberbios e incluso prepotentes, intentamos preservar nuestra rígida identidad.
Si seguimos posponiendo lo inevitable, la arrogancia suele mutar hasta convertirse en CINISMO (6). Sobre todo tal y como se entiende hoy día. Es decir, como la máscara con la que ocultamos nuestras frustraciones y desilusiones, y bajo la que nos protegemos de la insatisfacción que nos causa llevar una vida de segunda mano, completamente prefabricada. Tal es la falsedad de los cínicos, que suelen afirmar que no creen en nada", poniendo de manifiesto que en realidad no creen en sí mismos.
Por último, existe un séptimo mecanismo de defensa: LA PEREZA (7). Y aquí no nos referimos a la definición actual, sino al significado original. La palabra pereza procede del griego acedia, que quiere decir "tristeza de ánimo de quién no hace con su vida aquello que intuye o sabe que podría realizar".
En fin, nadie dijo que fuera fácil, pero para empezar a cambiar sólo hay que dar un primer paso.
* Nota propia de la autora del Blog: No se trata de que lo intentes de nuevo como lo has hecho ya muchas veces, sino de buscar los medios para hacerlo diferente, no repitiendo lo que siempre haces, busca cómo encontrar los medios para hacer diferente, y así conseguir un nuevo resultado. Y si no puedes hacerlo por ti mismo, si no hayas la forma de hacerlo por ti, busca ayuda externa que te acompañe y te guíe en el camino, ese puede ser tu primer paso.
PRISIONEROS DE LAS CREENCIAS
Un niño fue al circo con su padre y quedó fascinado con un enorme elefante, de fuerza descomunal. Al terminar la función, el chico vio cómo el domador ataba una de las patas del animal a una pequeña estaca en el suelo. Le sorprendió constatar que la estaca era un pedazo de madera. "Papá, ¿cómo puede ser que el elefante no se escape?", le preguntó. Y su padre le dijo: "Porque está amaestrado". "Y si está amaestrado", insistió el chico, "¿porqué lo encandenan?". El padre no supo qué decirle. Otro hombre que había escuchado la conversación le reveló la respuesta: "El elefante no se escapa porque ha estado atado a una estaca parecida desde que nació. Al principio trataría de soltarse, empujando con fuerza. Pero siendo un elefantito, la estaca era demasiado resistente para él. Y así continuó hasta sentirse aogotado, impotente y, finalmente resignado. Ahora ya ni se lo plantea".
*Nota aclaratoria: Vemos aquí la fuerza de la creencia negativa (para fomentar el estancamiento personal) del "no puedo, no lo lograré y nunca lo haré", y de la falta de cuestionamiento de que esto pueda cambiar.
PRISIONEROS DE LAS CREENCIAS
Un niño fue al circo con su padre y quedó fascinado con un enorme elefante, de fuerza descomunal. Al terminar la función, el chico vio cómo el domador ataba una de las patas del animal a una pequeña estaca en el suelo. Le sorprendió constatar que la estaca era un pedazo de madera. "Papá, ¿cómo puede ser que el elefante no se escape?", le preguntó. Y su padre le dijo: "Porque está amaestrado". "Y si está amaestrado", insistió el chico, "¿porqué lo encandenan?". El padre no supo qué decirle. Otro hombre que había escuchado la conversación le reveló la respuesta: "El elefante no se escapa porque ha estado atado a una estaca parecida desde que nació. Al principio trataría de soltarse, empujando con fuerza. Pero siendo un elefantito, la estaca era demasiado resistente para él. Y así continuó hasta sentirse aogotado, impotente y, finalmente resignado. Ahora ya ni se lo plantea".
*Nota aclaratoria: Vemos aquí la fuerza de la creencia negativa (para fomentar el estancamiento personal) del "no puedo, no lo lograré y nunca lo haré", y de la falta de cuestionamiento de que esto pueda cambiar.
Esta entrada está dedicada a la joven que me regaló este artículo, en reconocimiento al cambio interno y externo que estás realizando en tu forma de sentirte, de expresarte ante/con el otro, de darte permiso para ambos aspectos (además de por la fortaleza emocional y los recursos afectivos que has ido desarrollando, lo que finalmente te ha permitido ir afrontando estos conflictos desde otra perspectiva personal), por el respeto y profundo cariño que te tengo.
Enlace para la visualización del artículo:
http://es.scribd.com/doc/101033689/Que-Cambien-Los-Demas-El-Pais-Semanal-Julio-2012
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