En numerosas ocasiones, educadores infantiles, maestros de primaria y secundaria, psicólogos, o cualquier padre-madre y persona observadora que le da importancia a la actitud de ponerle límites sanos a los niños y a sus hijos, podemos observar el miedo de los padres (o de esos mismos profesionales) a decirles un NO contundente y firme a estos menores, dificultad externa que “esconde” otras dificultades más profundas para la persona. Alguna de éstas son: “si le digo que no seré demasiado severo como lo fueron conmigo”, “dañaré a mi hijo/a si no le doy lo que me pide”, “para el poco tiempo que paso con él no me lo voy a pasar diciéndole que no haga esto o aquello”…y otros miedos como “si no le doy lo que me pide va a sentir que no le quiero …, entre otras explicaciones que los padres / profesionales se dan a sí mismos ante su dificultad para ponerle límites e incluso para darse cuenta de la importancia de éstos y abordar su dificultad para hacerlo, pidiendo ayuda externa si es necesario.
Os reproduzco dos frases que cuando leí pensé me gustaron a modo de introducción para la reflexión de este tema:
“Aprender a decir no a nuestros hijos implica, en primer lugar, no dar siempre por sentado que debemos decirle que sí a todo”.
“Por otra parte, si sabemos decirle que no, el niño aprenderá que no tiene derecho a todo simplemente por ser quién es” (hay derechos, y a la vez también obligaciones, algo que es muy sano enseñarles, adaptando las obligaciones a su desarrollo evolutivo).
Robert Langis