Los problemas escolares son una de las causas principales por las que un niño acude a consulta.
Afortunadamente, cada vez más los maestros (y padres/madres) toman conciencia de la necesidad de que un niño sea atendido psicológicamente cuando presenta problemas escolares. Éstos no siempre se deben a causas de tipo académico; a pesar de que, en efecto, muchas de las problemáticas escolares son de origen pedagógico, este síntoma es casi siempre una forma de no dejar ver “otra cosa”.
Hay algo que le produce al niño tal angustia que no puede fijar su atención en su avance escolar, se muestra distraído y apático. Situación que se convierte en un círculo vicioso, pues a mayor deficiencia escolar mayor angustia, además de que se provocan o incrementan las fricciones familiares y, más en concreto, aquellos problemas relacionados con la autoestima.
Puede ser más fácil para un padre o una madre aceptar a su hijo con un “problema escolar” , que darse cuenta (y aceptar) que algo no está funcionando adecuadamente en la dinámica familiar (lo que puede provocarles, en ocasiones,sentimientos de culpabilidad) y, que esto facilita la aparición en el niño de este síntoma.
De esta manera, alrededor de la problemática escolar se forma de un círculo en el que intervienen otros conflictos y dónde lo escolar en un momento es causa y en otro efecto.
Al hablar de esta problemática escolar nos referimos a problemas tales como la falta de atención y concentración; el bajo rendimiento académico; la agresividad o la pasividad; la incapacidad para resolver problemas simples o retener la información en la memoria, esto es, problemas de aprendizaje que no tienen fundamentos orgánicos ni pedagógicos.
En muchas ocasiones, el niño que es canalizado por la institución educativa a psicoterapia no muestra ningún problema específico, ni emocional ni intelectual. Es importante señalarlo, pues se puede decir que en todo caso es el niño quien tiene el “problema”.
Es decir, son muchos los casos en los cuales el síntoma es un problemática escolar pero, en el fondo, está sostenida por una situación de tipo emocional.
De modo que en esos casos, cuando se hacen esfuerzos que van dirigidos únicamente a solucionar el síntoma, tales como poner al niño un maestro especial o buscar algún otro medio de apoyarlo pedagógicamente, a lo sumo se logran resultados parciales. Por el contrario, cuando el niño logra resolver su situación emotiva, el síntoma “va desapareciendo por sí mismo”. Al solucionar “la figura” (la problemática descubierta), la energía del niño queda en posibilidad de ser utilizada de otra manera.
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